Así es la «Finca Etnobotánica dos Navalleiros», un espacio natural único en Asturias que rescata el conocimiento ancestral de la zona

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photo_camera La «Finca dos Navalleiros», en proceso. Foto: J.C.Q

Con más de 23 especies diferentes, el cultivo muestra al visitante el aprovechamiento que, desde el oficio de la cuchillería en Taramundi, se hacía de las especies autóctonas

En la verde Asturias hay muchas fincas, pero ninguna como esta. De nombre «Etnobotánica» puede definirse también como un museo vivo al aire libre, donde los muchos visitantes de Taramundi podrán conocer el aprovechamiento que, desde el oficio de la cuchillería, se hacía de las especies autóctonas. Así lo explican los promotores del proyecto, bautizado «Finca etnobotánica dos Navalleiros» e inaugurado este viernes, junto al Museo de la Cuchillería de Taramundi, en Pardiña. 

En algo más de una hectárea, Juan Carlos Quintana, maestro cuchillero y actual responsable del museo, ha plantado alrededor de 880 árboles. «Hay unas 23 especies diferentes, aunque los árboles aún tienen que ir creciendo para que se pongan atractivos para el visitante. Aquí no queremos tratar tanto las especies desde el punto de vista botánico sino que el visitante pueda ver en esa finca el aprovechamiento que, desde el oficio de la cuchillería, se hacía de las especies autóctonas», explicaba, recientemente, el navalleiro. Que estima en tres años la puesta a punto para comenzar con las primeras jornadas divulgativas en este nuevo espacio de interpretación. 

El otro 50% del proyecto, la empresa «Viuda de Julián Núñez» de Albacete, también estuvo representada en Taramundi, a través de su gerente, Ana Núñez, para descubrir el monolito con el nombre de la especial finca. Desde hace más de sesenta años fabrican todo tipo de mangos para menaje, cuchillería y herramientas y, con una relación consolidada con el taller de Quintana, tenían también entre manos un proyecto para compensar la huella de carbono. Y todo encajó. 

Los árboles están plantados de este último invierno y principios de primavera y se ubican en una finca bajo el Museo de la Cuchillería que, hasta hace poco, era finca de labor. «Lo bonito de este proyecto es que va mejorando con la edad», aseguran los promotores, que mostraron las diferentes especies al director general de Reto Demográfico, Marcos Niño, también presente en la inauguración de la finca. 

En una parte de la misma se pueden admirar ya varios robles, «algunos de dos siglos de edad». Y es en torno a ellos que los promotores de la finca quieren crear también «un espacio de interpretación de la fabricación del carbón vegetal , que era un elemento fundamental para el sector cuchillero». 

Todas las especies plantadas en la finca tienen algún tipo de aprovechamiento desde el punto de vista de la cuchillería que, en el marco del proyecto, quedará documentado. «Algunas son muy evidentes como el brezo, el cerezo, el saúco o el fresno, que se utilizan directamente para el mango del cuchillo de la navaja, pero también incorporamos especies que se utilizan, por ejemplo, para hacer las herramientas de la fragua o construir el propio taller», cuentan en Taramundi. 

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