La esperada llegada en burra, la Última Cena y una crucifixión pasada por agua: estos fueron los momentos más icónicos del Vía Crucis de Villanueva de Oscos

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photo_camera Instante de la represntación de la Última Cena, en el interior de la iglesia del monasterio de Villanueva de Oscos

El cronista oficial de los Oscos, José Antonio Álvarez Castrillón, fue el narrador de la Pasión, que reunió numerosos espectadores de diferentes regiones


 

Hay varios días al año en que el Monasterio de Villanueva de Oscos se llena de gente. Por ejemplo cuando los frailes más marchosos celebran su especial festival, o cada Jueves Santo, en la espectacular recreación de la Pasión de Jesucristo. El Vía Crucis Viviente de Vilanova es Fiesta de Interés Turístico Regional y una de las citas más esperadas para muchos en la Semana Santa del Occidente asturiano, organizada cuidadosamente por el Ayuntamiento que no deja ningún detalle al azar. 

En torno a las 15:00 horas, comenzaban ya, este jueves, los preparativos para la representación, en la que participaron un centenar de figurantes. De lo más esperado, el desfile de la Guardia Pretoriana de Lugo, puntual, a las 18:30 horas. Eran las 19:00 horas, cuando comenzó el Vía Crucis. 

La primera escena, la llegada de Jesús en el Domingo de Ramos (a lomos de una burra que lleva años llegando de la vecina Santalla de Oscos), tuvo lugar frente al pórtico de la iglesia. Ya dentro, la representación de la Última Cena abarrotó la iglesia, iluminada por las velas y la antorchas de la Guardia Pretoniana. Vino bien, por un segundo, resguardarse del frío, que esperaba luego en el huerto del monasterio, para enmarcar la oración de Jesús. 

Allí, a los pies del imponente monasterio (con cubierta ya restaurada) se vivieron los Misterios Dolorosos. Los azotes a Jesucristo, la coronación de espinas y también la triple negación de Pedro antes de escuchar al gallo. La narración estuvo a cargo del cronista oficial de los Oscos, el historiador y profesor de la Universidad de Oviedo, José Antonio Álvarez Castrillón, y se escuchó en los alrededores gracias a la megafonía. También el alcalde de San Martín de Oscos, Pedro Álvarez, se enfudó un traje para participar de la representación.  

Decenas de personas fotografíaban y ensalzaban la labor de los figurantes (muchos, personas del propio pueblo, caracterizadas de la época). Especialmente, de los crucificados junto a Jesucristo y del propio protagonista, el andaluz Eduardo Aguilar, residente en el mazo de Santa Eufemia. Tampoco faltó Judas, Barrabás, Pilatos lavándose las manos y, como novedad, también Jesucristo lavando los pies a sus discípulos. Todo representando lo más fielmente posible, incluidos los diálogos y los detalles (como las caídas de Jesús con la cruz a cuestas). 

«Nunca lo habíamos visto y la verdad es que merece la pena. Una pena el tiempo, pero qué bonito y cuánto trabajo», contaban algunos turistas, que también conocían el pueblo y el monasterio por primera vez.

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