Ni el cielo encapotado ni la amenaza de lluvia impidieron que Trabada volviera a vestirse de fiesta. El municipio celebró una nueva edición de su ya emblemática Festa da Enfariñada, una cita que cada año gana más adeptos dentro y fuera de sus fronteras. Y las cifras lo confirman: cerca de 600 raciones servidas, superando en un centenar las del año pasado.
Desde primeras horas de la mañana, el ir y venir de vecinos y visitantes llenaba el ambiente de expectación. La receta, tan sencilla como popular —harina, huevos, leche, agua y sal—, comenzaba a tomar forma gracias al trabajo coordinado de un grupo de casi cincuenta voluntarios. Revolver la masa, dejarla reposar, formar los faragullos y cocinarlos con mimo: cada paso era parte de un ritual.
Una gran carpa, instalada por el Concello, sirvió de refugio para los asistentes ante la amenaza de lluvia. El regidor, Rubén García no dejó pasar la oportunidad de agradecer el esfuerzo colectivo: desde quienes elaboraron el plato hasta los que sirvieron las raciones, pasando por quienes gestionaron la organización logística. La jornada contó además con una visita especial: las Fiolleiras de Muimenta, que compartieron su propia tradición culinaria y también lograron una excelente acogida entre el público.
Más allá de la gastronomía, la fiesta demostró ser un punto de encuentro para la comarca. Aunque la mayoría de asistentes eran del propio concello, muchos se acercaban por primera vez desde municipios cercanos.